¿Alguna vez te has encontrado haciendo mil cosas por tal de no estar sola/o?
¿Quedas con personas que no te interesan o no te aportan nada porque te asusta la soledad?
¿Qué es lo que más temes?
Durante mucho tiempo traté de evitar la soledad a toda costa.
Pero tengo una excusa:
Cuando era pequeña mis padres trabajan en una frutería. Se iban por la mañana y volvían por la noche. Incluso había noches que también se iban a comprar fruta al mercabarna, así que no es que me sintiera sola, es que, en aquella época, había muchos momentos en los que ESTABA realmente sola.
Bueno, miento, mi perra Queen, me hacía compañía, ¡menos mal!
El caso es que le cogí miedo a eso de estar sola y, en mi juventud, me las ingenié para tener muchas “amigas” o conocidas con las que poder quedar en cualquier momento.
¿Cuál es tu excusa?
Todos hemos huido, alguna vez, de nosotros mismos
Yo huía porque me aterraba el encuentro conmigo misma.
Si me quedaba sola, me asaltaban pensamientos de las cosas que no me gustaban:
- de mí
- de mis relaciones o
- de mi vida.
No sabía cómo afrontar todos esos pensamientos y los sentimientos que me generaban, así que si me entretenía quedando con alguien y evitaba mis sentimientos incómodos.
Recuerdo que me llenaba el mes de actividades y encuentros sociales.
Pero esa actividad frenética no era otra cosa que una huída. ¿De qué? De mí.
Y tú, ¿por qué huyes?
¿Hasta dónde puedes llegar para evitar la soledad?
Si te asusta la soledad, es posible que puedas llegar a hacer cosas, o quedar con personas que ni te gustan, ni te interesan o, incluso, con las que no compartes sus valores, pero que te salvan de tu encuentro personal.
También puedes llenarte de trabajo o de actividades para no tener ni un minuto libre y llegar tan agotado/a a casa que, lo único que te apetezca sea irte a dormir y no pensar en nada.
Y no pasa nada, todos lo hemos hecho.
Pero llega un momento, en el que incluso te cansas de:
- tener que estar siempre haciendo cosas
- quedando con gente
- trabajando mucho o
- estar constantemente pendiente del afuera.
Porque ninguna de esas cosas te satisface y el sentimiento es de vacío.
El encuentro con uno mismo: las dos partes
La primera vez que tuve un encuentro “conmigo” lloré de emoción y de tristeza, por haber estado tanto tiempo sin querer saber de mí.
Yo era una perfecta desconocida para mí misma y tuve que empezar, como si fuera, una nueva “amistad” a relacionarme conmigo y a saber qué era lo que me pasaba, por qué me aterraba la soledad.
Para mí, el encuentro contigo implica reconocer, al menos, dos partes en tu interior.
Les puedes llamar como quieras:
- cabeza y corazón
- emociones y pensamientos
- hemisferio derecho y hemisferio izquierdo del cerebro
- parte adulta y parte niña o,
- como lo llama la Terapia Gestalt, el perro de arriba y el perro de abajo
Tú eliges.
Pero siempre hay una parte de ti que quiere unas cosas y que “conversa internamente” con esa otra parte de ti, que quiere otras.
¿Me sigues?
Por ejemplo, está la parte de ti que dice que quiere quedar con alguien y la otra parte u otro pensamiento, que te dice que está agotada/o y necesita descansar.
Si te asusta la soledad, probablemente, vas a salir aunque estés sin energía, pero si eres consciente del diálogo que se genera en tu mente, entonces, puedes llegar negociar algo, que a ambas partes les parezca bien.
En el caso del ejemplo, podría ser
- salir un rato a tomar algo cerca de casa y volver pronto para irse a dormir.
O también,
- irse a dormir hoy para descansar y salir al día siguiente.
Cuando la soledad te asusta
Tu miedo se convierte en un problema, porque entonces, no hay negociación posible.
Ante cualquier situación que implique quedarte a solas contigo, tu elección siempre será lo contrario.
Y yo te pregunto,
- ¿Cuánto tiempo más puedes estar huyendo de ti?
- ¿Para qué huir?
- ¿Qué quieres evitar?
Créeme si te digo que, si simplemente te paras y te quedas contigo, puedes iniciar una relación que puede llegar a convertirse, en la mejor del mundo.
Tú, contigo. No necesitas más.
Además,
- ¿te imaginas estar con una persona que te entiende a la perfección?
- ¿Una persona que sabe, exactamente, cómo te sientes y qué necesitas?
Es la bomba.
Claro, que primero, puede que tengas que pasar por algunos sentimientos incómodos.
Porque cuando llevas mucho tiempo sin querer saber nada de ti, lo más probable es que “esa parte” a la que llevas tanto tiempo sin escuchar, esté bastante dolida y resentida. Así que vas a tener que hacer primero las paces.
Pero cuanto antes las hagas, antes podrás llegar a tener una relación maravillosa contigo.
Porque cuando eres capaz de estar contigo y aceptar todo aquello que sientes, NUNCA más te vuelves a asustar la soledad.
No te lo pienses más y queda contigo
Marca en el calendario el día y la hora y proponte tener una cita contigo, al menos, 1 vez a la semana.
Date espacio:
- para escucharte
- para cuidarte
- para mimarte
- para atender tus necesidades y deseos
- para llorar si hace falta o enfadarte si es lo que te surge.
Pero, sobre todo, para darte ese espacio en el que empezarás a construir la mejor relación que vas a tener en tu vida, la tuya contigo.
¿Todavía sigues pensando que te asusta la soledad?
Espero que no.
¿Cómo gestionas tú la soledad? ¿Me lo cuentas en los comentarios?
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