Nadie nos enseña a ser padres, ni los niños vienen con un manual bajo el brazo,
por lo que es muy fácil cometer errores clave, en la educación de nuestros hijos.
La educación de los hijos viene muy influenciada por la educación que hemos recibido, bien sea, porque hacemos las mismas cosas que nuestros padres, o quizá, todo lo contrario.
Pero siempre tenemos como referencia la educación que nosotros recibimos.
Esto no es ni bueno ni malo.
Lo que hay que ver, es, si funciona o no.
Porque si funciona, ¡perfecto!
¿Por qué he de dejar de hacer algo que me da resultados?
Pero, si no me funciona, tengo que cambiar de estrategia.
Y, es muy habitual que, con los niños y adolescentes, lo que te funciona un tiempo, deja de funcionar más tarde o, lo que te funciona con un hijo, no sirve para el otro.
Por eso, los padres han de tener recursos para poder ir adaptando la estrategia, tanto a la persona, como a los cambios que se van produciendo.
Escuchando en Catalunya radio un programa de Daniel Gabarró, psicopedagogo conocido, me inspiré para escribir este post.
Los 4 errores clave en la educación de nuestros hijos, que se han de evitar:
1. Permitir comportamientos indeseados
esto se refiere a cualquier comportamiento que implique agresión, amenaza, gritos, insultos, rabietas, lloros, etc. para conseguir lo que quieren.
Por ejemplo,
Si estamos en el supermercado y mi hijo quiere algo y, se pone a llorar o a gritar diciendo lo que quiere y yo, “por no oírlo” se lo compro,
¿Qué le estoy diciendo con mis actos?
“Cada vez que quieras algo del supermercado, si lloras y gritas, lo conseguirás porque no soporto verte así”
Seguro que explícitamente, nunca le diríamos eso, pero es el mensaje que el niño recibe con mi reacción, ante su comportamiento.
Y este ejemplo sirve para cualquier comportamiento indeseado.
Cuando damos atención a comportamientos indeseados, el niño continúa haciéndolos porque muchas veces, lo único que quiere es atención y, si no lo consigue por las buenas, probará por las malas y, si lo consigue, continuará por ahí.
¿Cuál es el trabajo a hacer por los padres?
¿Poner la atención en los comportamientos negativos o en los positivos?
Creo que ya sabéis la respuesta.
2. Hacer por los hijos, lo que pueden hacer por si mismos
Esto parece una tontería, pero no lo es.
Como padres, queremos lo mejor para nuestros hijos y creemos que, ayudándoles en todo, serán más felices, pero eso, no es así.
Cada vez que yo ayudo a mi hijo a hacer algo que podría hacer por sí mismo, le estoy enviando dos mensajes:
- El primero es “te ayudo, porque te quiero y quiero lo mejor para ti”
- El segundo es: “te ayudo, porque tú solo, eres incapaz”
Esta ayuda, como podéis ver, no ayuda, sino que limita.
Si a mi hijo le cuesta hacer algo, no he de sustituirlo para hacerlo yo.
He de ayudarlo a que lo haga él, si es que no puede o no sabe.
Pero si puede y sabe, he de dejar que lo haga él mismo.
Y no importa si se equivoca, si lo hace mal, si no lo hace lo bien que yo pienso que podría hacerlo….he de dejar que él o ella sean autónomos.
Todos aprendemos de nuestros errores, ¿por qué querría quitar esa fuente de aprendizaje tan grande a mis hijos?
¿Por evitarles el sufrimiento de la caída?
Pero, si les evito todo el sufrimiento,
¿les estoy dando una idea de la vida o les estoy vendiendo un mundo que no existe?
Yo sé que a los padres, esto les cuesta mucho, pero es un aprendizaje que hemos de hacer.
Aceptar que el otro cometa errores, se equivoque y aprenda sus lecciones.
3. Evitar poner límites, normas y consecuencias.
Éste es otro de los errores clave en la educación de nuestros hijos que va de la mano de los anteriores.
Si ante un comportamiento indeseable, yo no pongo ninguna consecuencia, ¿qué le estoy diciendo con mi comportamiento a mi hijo?
“Puedes continuar comportándote como quieras, que no pasa nada”.
Si mi hijo no hace las obligaciones que pueda tener como por ejemplo hacer los deberes, hacer la cama, limpiar su cuarto….y ante eso, no tiene ninguna consecuencia. ¿Qué le estoy diciendo sin palabras?
“Tranquilo cariño, tú no tienes ninguna obligación, no pasa nada si no haces los deberes o las tareas de casa”.
Esos son los mensajes que reciben, pero como no los explicitamos, es decir, no se lo decimos verbalmente, no somos conscientes de que los damos.
Repito, los padres queremos lo mejor.
Queremos que no sufran.
Queremos que sean felices.
Pero, a veces,
con las mejores intenciones, se producen los peores efectos.
Un niño que no tenga consecuencias, ni límites, ni normas, primero creerá que sólo tiene derechos y, al final, tomará como rehenes a sus padres, para satisfacer todos sus deseos y necesidades.
En este momento, el hijo o hija, tomará el control y, los roles en la familia, se invertirán. Los hijos pasarán a estar por encima de los padres.
Y esto, es tan malo para los padres como para los hijos.
Porque los hijos están creciendo y no saben muchas cosas de la vida.
Los padres han de tener el control.
Los padres son los adultos que los han de guiar.
Y si esta guía desaparece, los hijos, están perdidos.
Así que, el poner consecuencias a sus conductas indeseadas, es una manera de guiarlos, de enseñarles cuál es el camino.
Y eso, es el mayor acto de amor que los padres hacen.
4. Evitar dar ejemplo
Los padres, queramos o no queramos, siempre seremos un ejemplo a imitar para nuestros hijos.
Porque cuando son pequeños, nosotros somos los que sabemos, los que cubrimos sus necesidades, los que les enseñamos…
Y ellos nos copiarán siempre.
Pero no sólo copiarán lo que decimos, sino lo que hacemos.
Por eso, como padres tenemos que ser un ejemplo a seguir.
- De nada sirve decirle a mi hijo que no se critica a los demás, si yo me paso el día criticando a la vecina.
- De nada sirve decirles que es “malo fumar”, si yo fumo.
- De nada sirve decirles que han de respetar su opinión, si yo no la respeto ante mi pareja.
Si yo no soy un ejemplo a seguir, mis palabras no sirven de nada.
Porque les llegará un mensaje ambivalente, y eso, los confundirá aún más.
Cuánto trabajo, ¡eh!
Pero cometer errores clave en la educación de nuestros hijos es humano, como decía al principio, nadie nos ha enseñado y tenemos todo el derecho a equivocarnos.
Pero a partir de nuestras equivocaciones, a partir de aquello que no nos funciona, podemos hacer algo diferente, podemos aprender otra manera de hacer las cosas.
Una manera que funcione.
Una manera que nos haga sentir bien.
Pero dejarme recordaros algo:
En estos momentos, estoy segura de que:
“ya lo estáis haciendo suficientemente bien”
Quizá, sólo es cuestión de cambiar algunas cosillas, para mejorar los resultados.
¡Ánimo!
Si este post te ha dado algunas ideas, algo que puedas poner en práctica, ayúdame a difundirlo para que llegue a más personas. Gracias.
Dignora margarita Ceballos rincón dice
Por favor necesito un consejo. Tengo dos hijos
Daniel 23 e Isabela de 14 ellos se adoran son perezosos con los que hacer matutinos me ayudan muy poco les doy una orden pero la acatan a medias o aveces no la obedecen.
trabajo y separada hace un año. Necito un consejo.
Miriam Esquivel dice
Hola Dignora, la manera en que los hijos aprenden es cuando se encuentran con las consecuencias de sus acciones. ¿Cuáles son las consecuencias de hacer lo que tú les pides a medias? Si quieres que te hagan caso, habrás de dejarles con los resultados de sus acciones. Un saludo.